lunes, 18 de diciembre de 2017
Himno 68 HCE- Libre Estoy
1.
Yo vagaba
mucho tiempo en el error,
Agobiado en
el pecado y el temor,
Cuando vi
al Salvador
Y escuché
su tierna voz,
Mi Jesús me
hizo libre por su amor.
Coro
Libre estoy, libre estoy
Por la gracia de Jesús libre estoy;
Libre estoy, libre estoy
Aleluya, por la fe, libre estoy
2.
Yo vagaba
mucho tiempo en el error,
Sin pensar
en el amor del Salvador;
Yo vagaba
más y más,
Lejos de mi
Redentor,
Mas ahora
por su muerte libre estoy.
3.
Yo vagaba
mucho tiempo en el error,
Mas ahora
quiero andar con mi Señor,
Quiero oír
su tierna voz,
Y seguirle
siempre en pos,
¡Gloria,
gloria sea a nuestro buen Pastor!
Efesios
2; 8-22: Porque por gracia sois salvos por medio de
la fe; y esto no de vosotros,
pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya,
creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas. Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en
cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión
hecha con mano en la carne. En aquel tiempo estabais sin
Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la
promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora
en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos
cercanos por la sangre de Cristo. Porque él es nuestra paz,
que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo
en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en
ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre,
haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a
ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y
vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los
que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros
tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. Así que
ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo
mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo
para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también
sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
Romanos 8; 1-21: Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo
Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque
lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios,
enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado,
condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley
se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al
Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en
las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del
Espíritu. Porque
el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por
cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se
sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven
según la carne no pueden agradar a Dios. Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que
el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de
Cristo, no es de él. Pero
si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado,
mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el
Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que
levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos
mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la
carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís
conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no
habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino
que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu
mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y
si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo,
si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos
glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del
tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de
manifestarse. Porque el anhelo ardiente de la creación es el
aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad,
no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza; porque también la creación misma será
libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos
de Dios.
João
10; 27-30: Mis ovejas oyen mi voz, y yo las
conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán
jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que
me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi
Padre. Yo y el Padre uno
somos.
¡Que Dios en Cristo siga Bendiciéndoles!
Fraternalmente,
Erica Carla
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