domingo, 9 de abril de 2017
Poesía- LA ÚNICA BODA
Habéis tenido que bregar,
a veces hasta llenar de lágrimas el corazón,
cual tamaña visión de una página de la Biblia
y su saber probado en las estaciones amargas
o en las cuatro columnas de la felicidad,
brotes del amor que es el mejor alimento
para remontar lo adverso.
Y porque la Palabra es cosa vuestra,
tenéis la verdadera verdad de los que se aman
sin esperar plata u oro en pos de algún castillo
en esta morada última de los hombres.
Por ello nada os desploma;
nada consume vuestro espíritu
perfectamente aliado a lo que Guía.
Estáis aquí, reconstruyendo un camino
en mitad de la meseta, avanzando junto a otros
que esperan el domingo
para repetir el Nombre y el Verbo
que nos embarca eternamente.
Estáis aquí, en la pleamar de vuestro amor.
Es ya la hora de volver celebrar la única
boda.
Y hay júbilo para que nos abracemos,
tan hermanos registrados en la notaría del Señor,
hermanos sin desmayar en la oración
y en compartir el pan que no es leyenda.
¡Hágase Su voluntad!
Juan
1; 1-16: En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era
Dios. Este era en el
principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas; y sin
él nada de lo que es hecho, fué hecho. En
él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz en las
tinieblas resplandece; mas las tinieblas no la comprendieron. Fué un hombre enviado de
Dios, el cual se llamaba Juan. Este
vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, para que todos
creyesen por él. No era él la
luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquel era la luz verdadera, que
alumbra á todo hombre que viene á este mundo. En
el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él; y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron. Mas á todos los que le
recibieron, dióles potestad de ser hechos hijos de Dios, á los que creen en su
nombre: Los cuales no son
engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, mas de
Dios. Y aquel Verbo fué hecho carne, y
habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre),
lleno de gracia y de verdad. Juan
dió testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía: El que viene tras mí, es antes de mí: porque
es primero que yo. Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia por gracia.
Juan
14; 1-6: No se turbe
vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi
Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, á
preparar lugar para vosotros. Y si me
fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré á mí mismo: para que
donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis
á dónde yo voy; y sabéis el camino. Dícele
Tomé: Señor, no sabemos á dónde vas: ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dice: Yo soy el camino, y la verdad, y
la vida: nadie viene al Padre, sino por mí.
1
Juan 4; 7-21: Carísimos, amémonos unos á otros; porque el
amor es de Dios. Cualquiera que
ama, es nacido de Dios, y conoce á Dios. El que no ama, no
conoce á Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con
nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por
él. En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado á Dios, sino
que él nos amó á nosotros, y ha enviado á su Hijo en propiciación por nuestros
pecados. Amados, si Dios así
nos ha amado, debemos también nosotros amarnos unos á otros. Ninguno vió jamás á Dios. Si nos
amamos unos á otros, Dios está en nosotros, y su amor es perfecto en nosotros: En
esto conocemos que estamos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su
Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que
el Padre ha enviado al Hijo para ser Salvador del mundo. Cualquiera que confesare que Jesús es el
Hijo de Dios, Dios está en él, y él en Dios. Y
nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive
en Dios, y Dios en él. En esto es perfecto el amor con nosotros,
para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos
nosotros en este mundo. En amor no hay
temor; mas el perfecto amor echa fuera el temor: porque el temor tiene pena. De
donde el que teme, no está perfecto en el amor. Nosotros
le amamos á él, porque él nos amó primero. Si alguno dice, Yo amo á Dios, y
aborrece á su hermano, es mentiroso. Porque el que no ama á su hermano al cual
ha visto, ¿cómo puede amar á Dios á quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de
él: Que
el que ama á Dios, ame también á su hermano.
Juan
6; 35: Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida: el que á mí viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mí cree, no tendrá sed jamás.
Apocalipsis
19; 1-10: DESPUÉS de estas cosas oí una gran voz de gran compañía en el cielo,
que decía: Aleluya: Salvación y
honra y gloria y potencia al Señor Dios nuestro. Porque
sus juicios son verdaderos y justos; porque él ha juzgado á la grande
ramera, que ha corrompido la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre
de sus siervos de la mano de ella. Y
otra vez dijeron: Aleluya. Y su humo subió para
siempre jamás. Y los veinticuatro ancianos y los cuatro animales se postraron
en tierra, y adoraron á Dios que estaba sentado sobre el trono, diciendo: Amén: Aleluya. Y salió una voz del trono, que
decía: Load á nuestro Dios todos sus
siervos, y los que le teméis, así pequeños como grandes. Y
oí como la voz de una grande compañía, y como el ruido de muchas aguas, y como
la voz de grandes truenos, que decía: Aleluya: porque reinó el Señor nuestro Dios
Todopoderoso. Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria;
porque son venidas las bodas del Cordero, y su esposa se ha aparejado. Y le fué dado que se vista de lino fino,
limpio y brillante: porque el lino fino son las justificaciones de los santos. Y
él me dice: Escribe: Bienaventurados los que son llamados á la cena del
Cordero. Y me dijo: Estas palabras de Dios son verdaderas. Y yo me eché á sus pies para adorarle. Y él
me dijo: Mira que no lo hagas: yo soy
siervo contigo, y con tus hermanos que tienen el testimonio de Jesús: adora
á Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.
Mateo 6; 10: Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en
la tierra.
Que Deus em Cristo vos Abençoe!
Fraternalmente,
Erica Carla
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